Es increíble que yo estoy acá un domingo 31 de mayo a las 11:05 de la noche sentada en mi cama escribiendo en mi humilde blog cuando tan sólo 7 días atrás estaba en una de las ciudades más impresionantes del mundo dejándome hipnotizar por las luces y la bulla...
No se puede negar que cuando uno regresa de un viaje (largo o corto) arrastra por un par de semanas la conocida "depresión post-viaje". Es imposible no regresar y chocarte con tu realidad, buena o mala, pero realidad al fin, ya que por unos días has estado entregada a los placeres y secretos de una ciudad completamente distinta, con otros aires, otro clima, otras personas y otras costumbres. Es sólo en este momento en que te puedes dar cuenta lo pequeño que eres y lo vasto que es el mundo allá afuera.
Yo estoy en mi oficina los miércoles a las 2 de la tarde mientras que allá todo un cast de latinos con talento indescriptible están cantando al ritmo de "Paciencia y fe" haciendo vibrar a 3,000 espectadores.
Yo estoy en mi casa los martes en las noches mientras que un niño de sólo 12 años (¡¡!!) está bailando y cantando de una manera tan espectacular que habría que ver cómo hicieron sus padres para engendrar tanto talento; dándole vida a un personaje increíble y haciendo llorar a un teatro repleto de gente.
Yo estoy manejando hacia el Rímac a las 7 de la mañana de lunes a viernes, mientras al norte de aquí el metro se empieza a repletar de gente apurada por llegar a sus destinos.
Yo estoy tomándome un trago en el bar de siempre los viernes a las 12 am mientras que allá Nicolas Cage y Alfred Molina están montados en un ferrari mientras le dan vida a los personajes de una película, probablemente, taquillera...
En fin, yo estoy aquí, viviendo mi vida de siempre, a la que me acostumbré a vivir, a la que le agarré el gusto, a la que me tocó y allá y más allá y un poco más allá el mundo se mueve, avanza, se transforma.
No me quiero ir porque ya me harté (aunque eso suelo decir).
No me quiero ir porque ya me aburrí.
No me quiero ir porque no aguanto más.
Simplemente quiero ser parte de un nuevo mundo y empezar de 0, en un lugar donde nadie me conoce y puedo ser yo u otra yo o el yo que me dé la gana. En un lugar al que me tenga que adaptar y al que tenga que descubrir. En un lugar en donde cree una nueva vida y nuevos recuerdos y nuevas aventuras. En lugar donde las cosas sucedan y no sólo me lleguen las noticias...
No se puede negar que cuando uno regresa de un viaje (largo o corto) arrastra por un par de semanas la conocida "depresión post-viaje". Es imposible no regresar y chocarte con tu realidad, buena o mala, pero realidad al fin, ya que por unos días has estado entregada a los placeres y secretos de una ciudad completamente distinta, con otros aires, otro clima, otras personas y otras costumbres. Es sólo en este momento en que te puedes dar cuenta lo pequeño que eres y lo vasto que es el mundo allá afuera.
Yo estoy en mi oficina los miércoles a las 2 de la tarde mientras que allá todo un cast de latinos con talento indescriptible están cantando al ritmo de "Paciencia y fe" haciendo vibrar a 3,000 espectadores.
Yo estoy en mi casa los martes en las noches mientras que un niño de sólo 12 años (¡¡!!) está bailando y cantando de una manera tan espectacular que habría que ver cómo hicieron sus padres para engendrar tanto talento; dándole vida a un personaje increíble y haciendo llorar a un teatro repleto de gente.
Yo estoy manejando hacia el Rímac a las 7 de la mañana de lunes a viernes, mientras al norte de aquí el metro se empieza a repletar de gente apurada por llegar a sus destinos.
Yo estoy tomándome un trago en el bar de siempre los viernes a las 12 am mientras que allá Nicolas Cage y Alfred Molina están montados en un ferrari mientras le dan vida a los personajes de una película, probablemente, taquillera...
En fin, yo estoy aquí, viviendo mi vida de siempre, a la que me acostumbré a vivir, a la que le agarré el gusto, a la que me tocó y allá y más allá y un poco más allá el mundo se mueve, avanza, se transforma.
No me quiero ir porque ya me harté (aunque eso suelo decir).
No me quiero ir porque ya me aburrí.
No me quiero ir porque no aguanto más.
Simplemente quiero ser parte de un nuevo mundo y empezar de 0, en un lugar donde nadie me conoce y puedo ser yo u otra yo o el yo que me dé la gana. En un lugar al que me tenga que adaptar y al que tenga que descubrir. En un lugar en donde cree una nueva vida y nuevos recuerdos y nuevas aventuras. En lugar donde las cosas sucedan y no sólo me lleguen las noticias...
Me iré para regresar más fuerte y para reencontrarme con todas las caritas que extrañaré en el camino.
Sólo me pregunto si ellas me extrañarán a mí...
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